RECONCILIACIÓN
La contrición y la conversión nos llevan a buscar el perdón de nuestros pecados para reparar nuestras relaciones dañadas con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Creemos que solo los sacerdotes ordenados tienen la facultad de absolver los pecados con la autoridad de la Iglesia en el nombre de Jesucristo (CIC 1495). Nuestros pecados son perdonados por Dios, a través del sacerdote.
Los efectos espirituales de los Sacramentos de la Reconciliación incluyen:
- reconciliación con Dios por la cual el penitente recupera la gracia
- reconciliación con la Iglesia
- remisión de la pena eterna incurrida por los pecados mortales
- remisión, al menos en parte, de las penas temporales resultantes del pecado
- paz y serenidad de conciencia, y consuelo espiritual
- un aumento de la fuerza espiritual para la batalla cristiana (CIC 1496)
La confesión individual con un sacerdote es el principal medio de absolución y reconciliación de los pecados graves dentro de la Iglesia. El Sacramento de la Reconciliación nos libera de los malos hábitos y nos llama a la plena conversión a Cristo. La reconciliación sana nuestros pecados y restaura nuestras relaciones.
El Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
Quienes se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen el perdón de la misericordia de Dios por la ofensa cometida contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que han herido con sus pecados y que, con caridad, ejemplo y oración, trabaja por su conversión. Catecismo de la Iglesia Católica 1422. Para más información, comuníquese con la oficina parroquial: 713-675-5333.

